Es de crecimiento lento,
necesita de fuertes ramas,
en sustento de su vistosa copa,
y sus llamativas flores.
Requiere tierra fértil,
buen abono,
abundante riego,
y arado periódico.
No florece cada primavera,
no da fruto todos los años,
pero en las grandes tormentas
es el mejor refugio.
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Árbol milenario
espigado acumulando anillos,
siempre ávido de suelo
donde asentar bien sus raíces.
Participar en su cuidado,
formar parte de su enramado,
nos hace congozantes
de su imperecedero fruto.
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